El nuevo coronavirus, que recibe el nombre de SARS-CoV-2, pertenece a la familia de los coronavirus, que se caracterizan por tener forma de corona. Desde el punto de vista biológico, está emparentado con los patógenos del MERS (MERS-CoV) o SARS (SARS-CoV), que también pueden provocar infecciones graves de las vías respiratorias. También existen coronavirus inocuos que solo provocan infecciones gripales sin un cuadro clínico serio. Frente a estos, la gripe propiamente dicha tiene su causa en los virus de la gripe.
Por término medio, entre 5 y 6 días, y como máximo hasta 14 días después de un contagio, pueden aparecer uno o más de los siguientes síntomas:
Otros síntomas habituales son, por ejemplo, dolor de garganta, dificultad para respirar, dolor de cabeza y de las extremidades, pérdida del apetito, pérdida de peso, náuseas, dolor abdominal, vómitos, diarrea, conjuntivitis, erupción cutánea, linfadenopatía, apatía o somnolencia.
El SARS-CoV-2 puede desencadenar afecciones graves en numerosos aparatos y sistemas. La enfermedad causada por el virus se llama coronavirosis de 2019, abreviado COVID-19.
La enfermedad por el SARS-CoV-2 puede afectar a los siguientes aparatos y sistemas:
El SARS-CoV-2 es un virus altamente contagioso. Si solo se vacuna a unas cuantas personas contra el SARS-CoV-2, el virus puede seguir propagándose. Sin embargo, si existe un alto porcentaje de personas que están vacunadas, surge la llamada inmunidad de grupo, en la que la enfermedad ya no se propaga o, al menos, se propaga con más dificultad.
Al vacunarse, no solo se protegerá a sí mismo, sino también a las personas que le rodean y que no pueden vacunarse.
Para conseguir el objetivo de la inmunidad de grupo, es necesario que se vacunen entre el 60 % y el 80 % de los ciudadanos.
No obstante, los datos procedentes de Israel, país en el que ya se ha vacunado a más del 50 % de la población, constatan ya una reducción considerable de infecciones por el SARS-CoV-2, tanto sintomáticas como asintomáticas, en las personas vacunadas en comparación con las no vacunadas. Estos datos muestran los primeros indicios de que las personas vacunadas pueden contagiarse a sí mismos y a otras personas en mucha menor medida. En todo caso, dichos datos son aún limitados y no se dispone de ellos para todas las vacunas.
Por lo tanto, sigue siendo importante observar las normas de protección básicas (distancia social, higiene de manos, uso de mascarilla a diario, instalación de la aplicación correspondiente en el móvil y ventilación adecuada, abreviado en alemán como AHA+A+L), pues así se reducirá el riesgo de contagio para las personas que no están vacunadas.
Las personas vacunadas están protegidas de forma óptima contra la COVID-19. No obstante, como aún no está claro cuánto dura la inmunidad vacunal después de recibir la vacuna contra la COVID-19, también por este motivo es importante que las personas vacunadas mantengan las normas de higiene y distancia social.